El caso es que a pesar de no ser la mejor película, ni tener los mejores actores, ni ser la mejor conservada de la Filmoteca, si representa fielmente una problemática social de la que solo es posible triunfar estableciendo redes sociales, y no, no estoy hablando de myspace o facebook como lo pudieran pensar el 80% de los traumaditos de Internet que leen estos blogs, sino de cooperación mutua entre compillas para poder lograr grandes cosas.

En la historia, el "apuesto" protagonista, Miro, después de sufrir la muerte de su hijo por no poder pagar las medicinas que requería, toma la desición de convocar a todos sus compañeros para proponerles un tipo de huelga exigiendo mejores pagos al kilo de pescado que según menciona se los pagaban a 6 centavos el kilo, equivalente a una ganancia diaria de 75 centavos por 10 horas de trabajo; una vez adquirido a este precio los patrones lo podían revender en la Ciudad de México hasta en 80 centavos kilo.
A pesar de las malas condiciones de trabajo un sector del gremio pesquero (recuerdenme de contarles de las fiestas de Ocotlán) se rehusa a la propuesta de resistencia y sigue trabajando, los convencidos por Miro pretenden convencer a sus compañeros de trabajo emdiante el uso de la violencia, es entonces cuando un líder politiquillo decide hacer algo para controlar al líder de la rebelión, Miro, y recurre a la estrategia de los traicioneros.
Después ese triste acontecimiento el bando disidente se convencen de los ideales del fallecido para trabajar en común por mejores condiciones de trabajo, y ahí se desarrolla la historia.
El caso es que los diálogos utilizados en esta historia contienen pequeñas muestras de sabiduría popular que me dejan impávido, una de ellas ya mencionada desde el encabezamiento de esta entrada -La pobreza no es ninguna ley de la naturaleza, ni tampoco de Dios, luchemos por una mejor paga del pescadoOOO-frase en el discurso en el que Miro convence a los pescadores de resistir a malbaratar su trabajo.
-¿Quién es más tonto el hombre o el pescado?- cuestionamiento de los renuentes hacia Miro, en el momento que ellos venden el pescado echando por la borda los esfuerzos de la resistencia, otro metiche rompe el momento de tensión diciendo -¡El hombre que se deja pescar por una mujer!- y la multitud rompe en carcajadas.
Otra, de parte de los detractores a Miro: -El tiburón siempre le pega al Robalo, pa' que alegan ya saben que las cosas siempre serán así- pero el protagonista rebelde responde tajante PERO NOSOTROS NO SOMOS PESCADOS, SOMOS PERSONAS.